Hoy he dibujado, pero no he coloreado nada. He preferido deslizar un sólo lapiz, con un sólo color, con un sólo objetivo.
Me he dejado llevar, y la imaginación me ha llevado lejos. Justo dónde quería estar.
He soñado.
He olvidado el orgullo, pero por un rato. Odio profundamente cuando la gente intenta contar que el orgullo sólo determina una personalidad egoísta y caprichosa. El orgullo es necesario para mentes blandas y duras. Totalmente, no lo dudo ni un segundo.
He dibujado un corazón, una nube y un Sol. Estaba claro, me gusta lo opuesto, me gusta descubrir sentimientos. Oh claro, sale de mi un ser irremediablemente sensible cuando desconecto y trato de desprenderme de esa barrera que me coloco ante cualquier situación. Inevitable, pues en realidad quien intenta ser duro consigo mismo consigue recobrar su sensibilidad. Inevitable, oh claro.
He doblado las esquinas de la hoja. Mente fría, pero poco calculadora. Olvidé cuadricular mi vida, me gusta lo que no tiene forma, prefiero moldear mi vida yo sola, yo misma.
He arrugado el papel, lo he roto. He intentado reconstruir cada uno de los trozos y unificar el dibujo.
MAL HECHO.
A veces, es inevitable. Y entonces me he dado cuenta... Me he dado cuenta de las veces que he intentado reconstruir mis cosas, mi pasado, mis pensamientos. Es imposible. Y quien diga que lo ha conseguido no miente, pero vive en otro mundo de cristal.
Todo aquello que sucedió en un pasado es imposible volver a vivirlo, es imposible volver a sentirlo.
Entonces, lo he entendido. He entendido que si he roto ese papel era porque necesitaba romperlo, tirarlo y no volver a juntar las partes.
Romper con el pasado es, quizás, una de las mayores aventuras que una persona se puede proponer.
.
El tiempo lo cura todo, es una verdad como un templo, pero lo que no cuenta el dicho es ni cuánto es el tiempo necesario, ni lo mucho que duele esa curación, esa rehabilitación de un corazón roto.
ResponderEliminar