Infusión y reflexión

Infusión y reflexión, dos palabras que me están acompañando en estos últimos días después de descubrir que si se fusionan pueden producir en mi un camino hacia la inspiración. Pero no me refiero a la inspiración por escribir mis cuatro palabras que intento plasmar en mi rincón. Me refiero a la inspiración a secas. Esa palabra que te hace ir más allá de lo que tienes; como de costumbre, odio la palabra rutina.

Rutina y soledad. No hay otras dos palabras que odie más con todas mis fuerzas. Aunque creo que la segunda forma parte de la vida de cualquier humano, es la clave para mantenerte en equilibrio, si no moriríamos todos de un exceso de sociedad.

Me gusta tanto el riesgo que me he empeñado ferozmente en abrir esa puerta que lleva 23 años plantada delante de mis narices. ¿Ocultar un deseo es pecar por no ser sincero? Morderte las uñas por sentir la inquietud de ver realizado uno de tus sueños es como agarrarte a la desesperación, así que he decidido cuidar bien el esmalte.

No tener suficiente. La necesidad interna por volcar cada uno de los deseos es como liberarme de lo que tengo momentáneamente, algo que mucha gente no ha comprendido ni comprende. Y en realidad, me importa poco la incomprensión. Sé lo que quiero yo, sé hasta dónde quiero llegar y voy a crear urgentemente un espacio dónde quepan todos mis deseos, todos aquellos finales que yo sola quiero construir. Siempre lo he hecho, y nada ni nadie puede entrometerse en una ilusión tan fuerte.

Año de valientes, año de serse fiel a uno mismo, ¿recuerdas?