Que si achinas los ojos sea porque te mueres de la risa, que si te salen arrugas sea por el descontrol de los músculos faciales, que si aprietas las labios frunciendo el ceño sea por convertir tus miedos en caricaturas que produzcan arranques de carcajadas.
Que salten chispas, de esas que se dispersan a tu alrededor para darte impulso y de paso, un empujón de atrevimiento. Que se mantenga la mirada en tu rostro, sin despegar de tu aeropuerto visual las cuentas pendientes que tienes en el espacio-soñar.
Que tu "lalala" sea la melodía que guía los movimientos que sin control te provocan el ritmo del "cha-cha-chá", que tus gritos en doremifasol sean sólo la consecuencia de no permitir ninguna pausa dramática en tu vida, que tu reacción al juntar las dos palmas de las manos sea por la necesidad de palpar contigo mismo la verticalidad de tu horizontalidad.
Que coincidir contigo sea la necesidad de seguir encontrándonos.