Amo

Y no de amar sólo, también de liderar. Mi propia vida, mi propia existencia. De encender una vela aromática y decidir cuando poder soplar para que el humo viaje con los pensamientos que acabo de desprender mientras también encendía mi cigarro. O quizás el paquete entero. He perdido ya la cuenta. 
Amo. De amar y liderar. De hacer lo que apetece, de dejar de poner barreras a los impulsos y olvidarme de frenar las piernas. Dejar de doblarme el corazón, de quitar esos malditos pulgares de las órbitas de unos ojos que en realidad sí quieren ver. 
De amar y decidir. De amar y ser líder. Líder de mi, de mi. Y por si no bastaba... también de mi. 

Es irónico hablar de encender una vela.
Pero más irónico sería no querer encenderla nunca más. 

Amo, de amar. 

AÚN HAY ALGO PEOR: Que alguien quiera convertirte en PÓLVORA

Lo peor de todo no fue la hostia que me di. Lo peor tampoco fue el naufragio a destiempo ni la desconfianza del barco a bordo de un grito de supervivencia. Lo peor no fue tu pataleta. Ni tu esfuerzo en vano para destruir algunos sueños. 
Lo peor de todo no fue brindarte mi mano y acabar echándote el brazo a las espaldas. Ni tampoco regalar mi voz ni mi tiempo a voces que pedían a gritos salvavidas naranjas. 
Lo peor tampoco fue la última ronda a carcajadas ni las lágrimas que se asemejaban a cocodrilos que se ahogaban.

Lo peor fue el dolor. El de pecho. El que se impregna en el corazón. El que te meten por la espalda, el que te clavan a destiempo. El que te pilla de sopetón y no comprendes. 

Pero ahora sé que también hay algo peor: 
Que alguien quiera ser tu reflejo y quiera convertirte en pólvora. 

Lo que no saben es que conmigo, no. 
Llevo chaleco antibalas y más de cien razones para que no me sangres con heridas.

Fotografía de Sandra Roura