Aquella última mirada nos hizo grandes.

He perdido la cuenta de todas las veces que mi mente ha reproducido esta canción. He perdido la cuenta y sé que la seguiré perdiendo durante toda mi vida. Lo mismo que con todas las canciones que han marcado parte de los recuerdos, pero recuerdos que siguen en mi.
También he perdido la cuenta de todas las veces que te he sentido, tan cerca, tan dentro de mi. Todo seguirá.
No necesito cualquier día catorce para recordarte. Ni si quiera necesito una fotografía de las últimas Navidades. Tampoco necesito oir la pandereta para saber que eras tú la que la tocabas, no necesito ver aquel vídeo en mi casa dónde sale una niña de 3 años acurrucada por aquella mujer. No necesito nada de todo esto. No lo necesito porque doy por hecho que todo esto está impregnado en cada uno de los poros de mi piel.

Tu vitalidad, las ganas de luchar, tu impaciencia, tu sonrisa, tu carácter, tus metas y objetivos. Nada de todo esto se ha ido porque en tus últimos días de vida aprendí a escucharte con la mirada.
Recuerdo con ilusión aquel último abrazo, el que me dio la fuerza y energía necesaria para creer en ti.

Ojalá aquella última conversación que tuvimos no acabe nunca.

Y sé que quien te conocía, reconocerá a partir del minuto 3.00 de esta canción el sentido que recobran todas estas palabras.


Dolors, una radiografia de tots aquests anys.
Dolors, amb un punt de tendresa i un de barbaritat.
Dolors i que entri a la orella i destrossi el timpà.

DOLORS I QUE SEMBLI IMPOSSIBLE QUE PUGUI ACABAR...


i que sembli impossible que pugui acabar...

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