La extraña sensación

No supo como definir aquella extraña situación. Refería como una opresión fuerte en el pecho y un sentimiento de inestabilidad que la llevaba completamente a la locura.
Aquel hombre al que tanto había amado le pidió que se marchara, que se alejara de todo, que huyera. Que corriera rápido para olvidar todo el dolor. Sólo le faltó un ramo de flores para ser la cita más perfecta de toda la existencia y cinco segundos para el último beso.
Se sentía ridícula. Un mar de dudas en aquella calle. Sin dirección, sin saber a dónde ir, siguiendo sus pasos sabiendo que sería la última vez que vería aquel rostro. Un rostro espantoso sabiendo que sería la última imagen. La última y para siempre. Él desapareció.

Se sentó en un banco de la ciudad, sacando un par de cigarrillos para dejarlos justo al lado del banco. Los últimos dos cigarros. Humo de agonía, de dolor, de desesperanza, de no creer en amor. Humo de rabia, de sentirse engañada. Humo de injusticia, humo de grito, de impotencia y desestabilidad completa.
Sumergió toda su ira en cuatro caladas increíblemente jodidas. Cuatro caladas que se asemejaban a cien mil pulsaciones por minuto. Sentía el dolor en el pecho y gritaba con lágrimas cuánto odiaba volver a sentirse así. Una taquicardia crónica desmesurada.

Un banco, un bolso y una chica en medio de una ciudad sin saber hacia dónde debía ir. Desesperada en medio de la nada convirtiéndose en la persona más diminuta de toda la existencia. Como si de repente se hubieran dedicado a anular todo su ser y ahora, pasar a ser la muñeca de una historia rota.
Se puso los cascos, arrancó con su música y se perjuró que por ahora ya no volvería a creer en el amor. Anduvo por mil calles, buscando una escapatoria... sabiendo que nunca, nunca, nunca más...volvería a sentir esa extraña sensación de haber volado sin alas.

La última calada de él. La última respiración que le dejó sin aliento. 

Y casi sin respirar, sin mediar palabra. Como las promesas constantes de un amor a kilómetros.

Ni la distancia más corta sería capaz de entrelazar miradas. A partir de entonces, HUYÓ. 





HUYÓ, MALETA EN MANO Y UNOS ZAPATOS NUEVOS.
SE FUE PARA ENCONTRARSE.
UN BILLETE DE IDA. 

SÓLO DE IDA...








PUNTO.





1 comentario:

  1. Y el se fue. Con todo su ser roto y su alma perdida. Buscaba la última mirada, buscaba los ojos que le havian despertado y no los encontro. Su figura cada vez se distinguia menos però su olor, su tacto, su esencia estaban para siempre con el. Despedida no deseada el lo sabia, sabia las consecuencias, però todo era por ella, todo para protegerla. Lo queria todo con ella. Però no era el momenti aun. El despierto vuelve a dormir. No quiere estar despierto. Como la hecha de menos.

    ResponderEliminar