Están las estaciones del año y luego, están las otras. Esos lugares de entradas y salidas, de despedidas y recibimientos. Esos lugares dónde tu vida puede tener un antes y un después.
Dónde las despedidas pueden suponer cambios emocionales, agujas de amor que se clavan en los pies y que sólo al coger ese billete entiendes cómo han ido y han venido. Dónde ese sombrero nuevo va a indicarte lugares nuevos y campos que habías desconocido. Dónde las ganas se triplican y se doblan al cuadrado.
Las estaciones son brillantes y oscuras, llenas de vibraciones que salpican emociones y rayos de luz que apaciguan muchas vidas. Las estaciones siempre han hablado de ti.
Y al final de la estación hay un tren que indica que justo ahora... debes subir.
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