Suenan bien, pero también duelen. Hablan de lo que hay dentro de la piel y sin embargo, no se pueden decir. Por no atreverme, por no querer. Suenan bien si sabes cómo decirlas sin que ahoguen en el pecho y retumben en la mente.
Qué bien sonarían en París
- Ocho letras tuvo abril -
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