A veces existen conexiones entre las personas. Conexiones de esas fuertes que penetran en el alma. Y ella fue una de ellas. Quizás porque a sus 94 años decidió escribirme detrás de una fotografía suya unas palabras que traspasaron cualquier bombeo sanguíneo. Me daba las gracias por ser su ángel de la guarda y yo la abracé respondiendo lo mismo.
Vital, fuerza, empeño, superación, ganas de vivir y de luchar por ella y por los que estaban a su alrededor. Su felicidad era la de los demás y sus ojos hablaban y contaban sus experiencias.
Recuerdo sus pasos, su sillón y ese teléfono que siempre sonaba con llamadas de amor. Recuerdo su amor incondicional por la vida y sus ganas locas de escucharme mientras le contaba cuánto amaba el teatro.
Allí llevaba uniforme y bata blanca, la quería pese a la distancia entre profesional y paciente, admiraba su valentía y sus pequeños pasos con el caminador que se convertían en grandes huellas de vida.
Juramos no olvidarnos y protegernos.
Y hoy, hoy me han dado esa noticia que nadie desea.
Han sido tus 95 años los que han cerrado este ciclo y allí dónde quiera que estés, deseo que me sigas protegiendo como nos prometimos.
Gracias por todo tu amor.