Escúchame. Escúchame bien porque te lo voy a decir una última vez.
Si te vas a ir hazlo sin decírmelo. Y si has pensado en irte, lárgate antes de que me entere.
Hazlo con cautela y, aunque pida mucho... hazlo sin que duela.
Aunque pida mucho más, vete bien lejos. No sé, cámbiate de ciudad y quítate de una vez por todas esos malditos vaqueros. Te quedan fatal cariño.
Voy a sonar grosera, pero muta. Cambia. Cambia de amigos y deja de escribir esa maldita poesía que ha acaparado todos mis versos. Olvida la calle melancolía de Sabina y déjate gustar por Chavela Vargas.
Hazte débil, déjate sufrir. No te dejes amar y si lo haces, ama con fuerza para que nunca pueda destrozar ese vínculo.
Olvídame fuerte, ódiame con puñados de droga y bébete litros de alcohol.
Algo más. Voy a pedirte más. No mires la misma Luna que yo ni te dejes despertar por el mismo rayo de luz. Ten sed de todo menos de mi y cómete nuestro anillo con hambre, hasta que duela en tu boca.
Cuando hagas todo esto, piénsanos.
Y asi, yo podré olvidarte más fácil.
Por si te vas.
De lo contrario, nunca me faltes.