La despedida se despide

Las despedidas también deberían despedirse. Son como una especie de fractura que va a necesitar rehabilitación. Y, aunque sean para posibles reencuentros, también las hay para asumir recuerdos para toda una vida. Quizás porque se convierten en ese adiós que nos compromete a intentar no romper en añicos algo que nos ha pertenecido. 
No sé cuántas veces me has despedido ni cuántas otras te has intentado despedir. Que el "Ojalá de Silvio Rodríguez nos cambió las visiones y nos obligó a dejarnos de tocar en las canciones. 
Tu despedida se despide, incluso la olvidé en la debilidad del cristal por el que me pasé más de cincuenta noches buscándote. Tu despedida se despide con más de cien mentiras a cuestas del olvido, con más de sesenta latidos por minuto, con más de noventa reencuentros entre el rumbo del caminante. 

La despedida se despide. 
Era mejor quererme contigo
y ahora es mejor quererme conmigo. 


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