¿Crees en los papeles arrugados? Yo sí. Tienen historias maravillosas. Son el primer pensamiento, el impulso de un creador, números de recibos que nos recuerdan momentos vividos.
Los que más me gustan son los papeles que cuentan una historia. Aquellos viejos papeles que retratan escritos del principio, lo primero que se le pasaba a alguien por la mente, lo que nunca se atrevería a decir en voz alta. Son los papeles que por mucho que se arruguen nunca los vas a romper. Si quisieras deshacerte de él por completo ya lo hubieras roto en pedazos.
Son la historia de alguien, la despensa que nunca está vacía de sentimientos, la orquesta que siempre suena en la cabeza y la noria en su feria.
Son la vida del ahora y siempre, de las palabras subrayadas en los ojos y las manos valientes que animaron a saltar al vacío.
Son las ganas locas por decirlo, los impulsos sin medida, el "me atrevo a cada instante", el "te quiero y no lo digo", el "te observo sin mirarte".
Creo en los papeles arrugados. Creo en el encuentro. Creo en las palabras que releo.
¿Crees en los papeles arrugados? Yo sí. Tienen historias maravillosas y hoy me recuerdan que quizás algunas personas también son la historia que queda retratada en las palabras, metidas en cajones y en baúles esperando a que alguien venga a rescatarlas. Porque hay vidas que también se arrugan y sólo necesitan unas manos que vuelvan a leerlas. Que alguien al fin vuelva a creer en ellas.
A los papeles arrugados. A todos. A todos los que os salvaron leyendo y a los que estáis esperando vuestro rescate. Nunca olvides que tú también puedes leerte, y nunca des por hecho que el mundo perderá el interés por tu historia.
Nunca lo olvides.
Nunca dejes de creer en ello.
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