A la tercera va la vencida

Dos veces han bastado para seguir buscando una tercera...

Hay vagones escondidos donde los humanos se transforman para ser captados en miradas y ojos de mermelada. No hay más dirección que la de tus ojos con los míos, la línea entre tú y yo sin frenos, sin palabras. Sólo miradas que aprenden a querer ser, a quererse en el desconcierto del vagón escondido. 
El vagón deja paso a otro juego, ya no se esconde, nos levantamos mientras un pitido frenético y agotador del metro se ha metido como un ladrillo punzante en nuestras cabezas. Y se da paso a un cierre de puertas. Nos ha echado una puerta a la cara. Tú dentro y yo fuera. Tú sin mi y yo sin ti. 

Te he olvidado queriendo después de ocho horas, deseando encontrar la máquina del tiempo para verte de nuevo. Desayuno entre el recuerdo de lo que anoche en el vagón nos fue escondido y maldigo el pitido atormentador de un cierre de puertas que nos ha jodido nuestra historia. Porque era nuestra historia, ¿verdad?
Respiro, imagino y te pienso de nuevo. Te he visto en la pantalla táctil de mis ojos mientras me como un par de tostadas y un café. Me froto las retinas de unos ojos hinchados que han sobrevivido a una noche con insomnio prematuro y me pregunto "¿Dónde estás?" He deslizado mis dedos demasiado rápido por los ojos y he perdido tu pista, incluso creo que hasta te he borrado y me cuesta imaginarnos. Mierda, ha vuelto a suceder: tú sin mi y yo sin ti. 

No lo entiendo, te he perdido dos veces entre la dirección de mis ojos.. 
Esta noche me voy a escapar y voy a dejar de ser humano para ver si de éste modo apareces. Sé que a la tercera va la vencida, así que la próxima vez que te vea no pienso permitir que nada se interponga entre nuestros ojos. 

Es nuestra historia, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario