LOS QUE SOBRAN

"No debes hacerlo. Es muy difícil llegar. Sé realista. Mejor dedícate a tener un trabajo estable. Bueno, no lo hagas porque la hostia es fuerte. ¿Estás seguro? Es complicado, ¿eh?"  Y bla, bla, bla. 


¿De verdad? Pues sí. Parece increíble, pero aún existen personas que se dedican a destruir el camino de los demás. Es más, reúnen todas sus fuerzas para hacerlo todo complicado. Todo menos sus cosas, claro está. Esas personas que se levantan sin ánimo y malgastan sus horas en cómo poder pisotear los pies de otros. Con o sin maldad, pero desgastando la ilusión de la gente y por ende, creando el caos y la destrucción de las mentes optimistas, soñadoras y creadoras. 

Los que sobran. Y no porque sean malas personas o les falte una buena dosis de optimismo. Tampoco por ser culpables de los bucles de negatividad o amantes de la "no-supervivencia". Los que sobran, sí. Los que vomitan todas sus necesidades y reflejan en el otro todo lo que les hubiera gustado ser, todo lo que nunca consiguieron, todo lo que nunca serían capaces de hacer. Todo lo que nunca serán. 

¿De verdad? Pues sí. Aún existen los ojos y las palabras tóxicas. Palabras que se recrean en tu mente y se pegan como cinta aislante ("no debes hacerlo"), que parece que con el tiempo te lo hayas creído todo y hasta serías capaz de escribir todas esas cosas en tu frente con un buen permanente. Palabras que se repiten en forma de bucle en tu mente durante la mañana y la tarde. Y claro, luego no te salvas de una noche de insomnio donde tu única compañía es un cojín (el único que te permite apretarlo con fuerza y luego te perdona para poder acomodar tu cabeza). 

Los que sobran. O tal vez... los que cansan, los que destruyen, los que aburren, los que no aportan nada, los que mejor lejos que cerca, los que desgastan. Los que no. Los que no queremos. Los que han entrado para salir inmediatamente de tu vida. 

O todas tus metas o todas sus limitaciones. 
Tú elijes.