Todos sabemos que es una fecha enamoradiza. Y es que en realidad es sólo eso: una fecha. Y hay muchas maneras de concebir este día. Están los que esperan un 14 de Febrero durante todo el año para explotar y renacer en el amor, los que cuando llega el mes anuncian con una fiebre anunciada lo bonito y perfecto que es todo y los que quieren y aman por encima de todo durante los 365 días del año.
Y es que todo es una excusa. Todo son excusas. Porque el amor también se puede maquillar, vestir, desvestir, acariciar, palpar, odiar y un sinfín de cosas más que todos nos atrevemos a decir cuando se nos llena la boca con esa palabra.
Recuerdo una tarde en una cafetería de Madrid. Creo que allí me di cuenta que no hay definición exacta para describir "el amor". Los ojos de enfrente y sus palabras me vaciaron la infinidad de adjetivos que hasta ahora había atribuido a esas cuatro letras que entrelazadas conforman una palabra con peso.
Desde entonces he dejado de soñarle al amor. He dejado de esperarle. He dejado de pedirlo, de minimizarlo o agrandarlo. He dejado de castigar a las cuatro letras porque ellas no tienen culpa de nada. Porque el A M O R no tiene culpa. El amor no es culpable. Lo somos nosotros. A menudo nos quejamos y poco hacemos por verlo con otros ojos. Porque lo bonito del concepto es vivirlo cada uno a su manera.
Estar enamorado es como caer en caída libre, es un saludo y un adiós constante, es estar en la rueda de un remolino y en mitad de una tormenta. Es cantar y vomitar de alegría, saltar con espasmos mientras nos hacen cosquillas las rodillas, es sujetar nuestra propia mano y la de al lado. Es salir a bailar a la feria en pleno Agosto y cobijarnos en una noche helada de invierno.
Estar enamorado es manipularnos a nosotros mismos. Es gestionar nuestra vida y regalarla a quién nos acompaña. Sin miedos, sin tapujos, sin condiciones. Es merecernos, sumarnos y también restarnos.
Cuando salí de aquella cafetería me atormentaron muchas dudas. Me fui caminando hasta El Retiro y comprendí que sólo hay una cosa que pueda salvarnos.
Y esa cosa tiene cuatro letras y un millón de oportunidades.
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Corazón con cuatro letras |
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