Hemos pisado muchas baldosas y también nos hemos pisado los pies con la cabeza.
Hemos dibujado los pasos de un tango que ahora está perdido. Y por más que lo intente, no recuerdo mucho más que una pista de baile y dos cuerpos moviéndose al son de unos altavoces que disparaban música.
Pero nunca confiamos.
Ni tú en mi.
Ni yo en ti.
Ahora llevo media vida lamentando mi huida a las doce de la noche. Yo me creía cenicienta y más que perder el zapato, perdí la cabeza.
- El último baile lo quiero contigo -
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