La última vez que hice la maleta

fue para caminar, para mirar por la ventana y empezar a echar de menos en el segundo cero. También para reír, para soñar y adivinar qué harían por las calles de la otra ciudad. Qué bonito es recordar desde aquí cuánto han dado los meses vividos, cuánto han silbado los oídos de alegría, que hubieron noches y mañanas.
Esta noche he vuelto a hacer la maleta. He metido lo necesario para abrazar con fuerza, porque una ciudad tan grande se queda pequeña con gente tan inmensa. 

Voy a besarte de nuevo, Madrid